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Se estrecha mi pecho viendo al cielo llorar, se paralizan mis labios frivolizando con un posible final. Mientras todo juega a favor de nuestras miserables rutinas, mi desafilada espada esta vez no segará más gargantas, vosotros lo haréis por mí, orgullosos aunque la sangre inunde las brechas que vuestra sobervia ha ido tallando sobre nuestros ahora pálidos corazones durante esta incesante tortura. Llegarán tiempos en que la cólera será recolectada tras la miseria cultivada a través de todos los rincones que nuestra madre nos ha dejado habitar.
Entonces ellos respirarán aire puro, ellos serán quienes vean al cielo llorar, ellos reirán en último lugar...

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Cuando me obligaste a abrir los párpados y ver más allá de mi mente es cuando la sonrisa desapareció de mi rostro y me estalló el corazón en mil pedazos. No pude avanzar sin dejar de desplomarme a cada paso. Podíamos hablar en silencio, descifrabas mis delirios, me arropabas entre tus brazos y me curabas con un beso.
Ahora duermo en un mar de lamentos, vuelo a nadar en el vacío, sin sentir el despertar de mis latidos y una vez más sin poder encontrarme a mi mismo. Ya no me queda nada, nada espero y nada tengo que añorar, solo dejar que la vida siga y esperar que el día de mañana transcurra más rápido.

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