Con 15 años sale de Robertsfors, un pequeño pueblo a las afueras de Umeå de donde proceden también Sahara Hotnights, y se instala en una ciudad cercana un poco más grande, Skellefteå. Esto le permite huir por fin de lo que la rodeaba y la atrapaba al mismo tiempo.
Dos años después, da el salto a Estocolmo y empieza a componer. Desde entonces no para; forma parte de distintas bandas, colabora habitualmente con con otros artistas y amigos como Marit Bergman, José González y David Sandström (batería de la mítica banda Refused) y en 2003 comienza su carrera en solitario. El debut le llega con Until Death Comes en marzo de 2005. Con la ayuda de su piano Frida ordena toda la madeja de nombres, lugares y noches que tenía deshilachada en la cabeza. En I drive my friend, su manera de contar la vida, su vida, es como si quisiera hacr una de esas canciones que las madres jóvenes cantan con sus hijas pequeñas en el coche de camino a casa.
Desde hace tres años vive de nuevo en su ciudad natal, donde ha grabado su segundo largo, Silence is Wild (Secretly Canadian/2008). En él se confirma que estamos ante una artista a la altura de Kate Bush, Fiona Apple o Tori Amos. La sueca demuestra una habilidad inusual para las composiciones de marcado tono melancólico, donde su portentosa voz unida a un piano son las dueñas de la función. En las canciones de este disco sigue habiendo un punto de languidez y un punto de fatalismo; algo que eriza la piel y recorre la columna vertebral desde el primer momento en que presiona una tecla de su piano. En este trabajo, Frida despliega su voz en reverberaciones sobrecogedoras, describe círculos de anhelos y recubre de enormes coros teatrales sus más sentidas exploraciones interiores.
Texto: B.B. Pomona