Cantante y compositora de sus propios temas, la jovencísima artista señala la aparición de una nueva generación rock en España
Lara tiene 16 años, compone y canta sus canciones y el 28 de agosto publica Cambiar el mundo, su primer álbum. Es la pionera de una nueva generación de músicos que, con el rock por bandera, comienzan a asomar para reclamar su lugar en la música española. Frescura, energía y espontaneidad recorren las canciones de Lara, sorprendentemente consistentes y rotundas para una artista tan joven, aunque si buceamos en la corta vida de Lara, todo tiene una explicación. Ha crecido con la música en las venas.
Hija del productor Pablo Pinilla, Lara ha respirado un ambiente familiar en el que la música es el centro de todo. Ha convivido con músicos y compositores y se ha educado escuchando a los clásicos (desde sus idolatrados Beatles a los pioneros del rock como Led Zeppelín, Deep Purple o Rolling Stones), mientras mantenía la atención despierta a las bandas y artistas más actuales. A los nueve años comenzó a escribir sus primeras letras, dejándolas “anónimamente” entre los papeles de su padre mientras recibía clases de piano y guitarra. El cambio de los dibujos animados a los telediarios significó una precoz toma de conciencia de la realidad (“La tele sólo da malas noticias”, dice) y a los 14 años pensó que la música era lo suyo. Y habló con músicos que la habían visto crecer, comenzando a perfilar sus primeras canciones. Más horas al piano y la guitarra, más callos en los dedos y un cuidado especial para su principal instrumento, la voz. La casualidad y el azar se unieron para hacer llegar sus canciones a Globomedia y en la primera audición, Lara mostró un desparpajo y una voz única, rota, impropia para una chica de 15 años. El primer paso estaba dado.
Con las primeras maquetas se confirmó lo esperado: rabia juvenil, letras que desnudaban sus inquietudes y denunciaban una realidad llena de contradicciones, pero a la vez con una frescura que sólo alguien de su edad puede ofrecer. Así, Lara fue dando forma a Cambiar el mundo, un álbum que recorre todos los estados de ánimo de una adolescente. Canciones muy cañeras como Ser mayor (un reflejo de su generación), que junto a Soy culpable (una “charla” con los políticos) y la burbujeante No me enamoraré (LaraPunk) forman la columna más incisiva y rockera del disco. La faceta más pop es para La otra princesa (un tema con voc…
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Cantante y compositora de sus propios temas, la jovencísima artista señala la aparición de una nueva generación rock en España
Lara tiene 16 años, compone y canta sus canciones y el 28 de agosto publica Cambiar el mundo, su primer álbum. Es la pionera de una nueva generación de músicos que, con el rock por bandera, comienzan a asomar para reclamar su lugar en la música española. Frescura, energía y espontaneidad recorren las canciones de Lara, sorprendentemente consistentes y rotundas para una artista tan joven, aunque si buceamos en la corta vida de Lara, todo tiene una explicación. Ha crecido con la música en las venas.
Hija del productor Pablo Pinilla, Lara ha respirado un ambiente familiar en el que la música es el centro de todo. Ha convivido con músicos y compositores y se ha educado escuchando a los clásicos (desde sus idolatrados Beatles a los pioneros del rock como Led Zeppelín, Deep Purple o Rolling Stones), mientras mantenía la atención despierta a las bandas y artistas más actuales. A los nueve años comenzó a escribir sus primeras letras, dejándolas “anónimamente” entre los papeles de su padre mientras recibía clases de piano y guitarra. El cambio de los dibujos animados a los telediarios significó una precoz toma de conciencia de la realidad (“La tele sólo da malas noticias”, dice) y a los 14 años pensó que la música era lo suyo. Y habló con músicos que la habían visto crecer, comenzando a perfilar sus primeras canciones. Más horas al piano y la guitarra, más callos en los dedos y un cuidado especial para su principal instrumento, la voz. La casualidad y el azar se unieron para hacer llegar sus canciones a Globomedia y en la primera audición, Lara mostró un desparpajo y una voz única, rota, impropia para una chica de 15 años. El primer paso estaba dado.
Con las primeras maquetas se confirmó lo esperado: rabia juvenil, letras que desnudaban sus inquietudes y denunciaban una realidad llena de contradicciones, pero a la vez con una frescura que sólo alguien de su edad puede ofrecer. Así, Lara fue dando forma a Cambiar el mundo, un álbum que recorre todos los estados de ánimo de una adolescente. Canciones muy cañeras como Ser mayor (un reflejo de su generación), que junto a Soy culpable (una “charla” con los políticos) y la burbujeante No me enamoraré (LaraPunk) forman la columna más incisiva y rockera del disco. La faceta más pop es para La otra princesa (un tema con vocación de éxito, en el que Lara se define), Pretty Girl, Infnitamente sola y Me da igual, con su toque ochentero. Con imaginación es un particular homenaje a su querido John Lennon y A los 16 es una canción que escribió a los 15 años pensando en sus 16.
Quedan las baladas, en las que Lara nos descubre una voz llena de inocencia y de rabia a la vez, con una técnica y un dominio de registros poco frecuentes en una debutante. Canciones como Cambiar el mundo, un himno generacional y solidario, con un estribillo que defiende la unidad como motor del cambio, alejado de la cursilería y sacando la lengua a ese mundo que quiere cambiar. Cuántas veces tengo que romperme el corazón es el único tema de amor de un álbum que se cierra con otra gran canción llena de sensibilidad, emoción y madurez: El curso de la vida, dedicada a su madre y a todas las madres de adolescentes que no encuentran la conexión y el diálogo con sus hijos. Y como curiosidad, una mención especial para Fuera la escuela, versión del emblemático School’s Out de Alice Cooper que delata la pasión de Lara por los clásicos, con el mérito de ser la primera vez que el propio Cooper permite una adaptación de su tema estrella.
Son las canciones de Cambiar el mundo, un álbum que llega para sorprender. Casi cuatro meses de grabación, como se hacía antes, tratando de buscar los colores de diferentes estudios, arreglistas y músicos para llegar al universo que Lara tenía en la cabeza para cada canción. Bases en los estudios Forum Music Village de Roma, donde Ennio Morricone ha grabado la música de sus westerns. Cuerda y piano en Londres, en los míticos Abbey Road donde Lara cumplió uno de sus sueños en la misma sala de los Beatles. Guitarras, voces y mezclas en Madrid en los estudios Sonobox y Cinearte, mastering en Los Angeles... Siempre rodeada de un equipo que, además de poner toda su experiencia, le ha dado un cariño especial a cada nota para una artista que han visto crecer vital y musicalmente. Es el debut de Lara. Dieciséis años, muchas canciones y muchas cosas que decir. La primera avanzadilla de una nueva generación rock que llega con ilusión, con ideas, con un sueño que se concreta en título de álbum: Cambiar el mundo.
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