Paul Ritch es probablemente el músico electrónico novel que más ha dado que hablar en el 2007. Su primera producción data de finales del 2006 y las demás ya son de este año. Y no es poca cosa: su firma está ya estampada en galletas de Resopal, Get Physical, Minisketch, Kickboxer (con el nombre de Handycraft, proyecto compartido con su socio Okain), Paradigma Musik… No es un chico con suerte, es que su trabajo revela una personalidad y un talento desbordantes, y eso hace que destaque del resto. El mayor mérito de Paul Ritch, digámoslo ya, es haber devuelto el groove al minimal. Sus composiciones, que se encuentran entre las favoritas de Richie Hawtin o de Anja Schneider, navegan con equilibrio perfecto entre la cuadratura matemática del techno y la suavidad orgánica de la música latina y del funk, como era al principio, en Detroit, cuando Atkins, May y Saunderson fusionaron por primera vez las melodías robóticas de Kraftwerk con el soul de sus ancestros.