Los vigueses Siniestro Total, liderados por el vocalista Julián Hernández (Madrid, 1961), han cubierto más de dos décadas de existencia ejercitando la agitación social al son de canciones populares y en clave de rock más o menos fuerte y socarrón. ´Somos un grupo con estilo, pero sin género´. De aquellos felices ochenta en los que Siniestro inició su cruzada contra el aburrimiento sonoro, Dro -la primera compañía que confió en ellos- reeditó en 2002 sus siete primeros elepés, llenos de canciones conocidas y hasta ahora inencontrables en formato digital.

Forjado en la leyenda de un Seat 1500 que se estrelló y quedó como el nombre que sus casi ilesos ocupantes iban a escoger para sus fechorías musicales, Julián Hernández se refiere al suceso con retranca gallega: ´Si hay significado para las cosas, tal vez sea que la noche del 20 de agosto de 1981 nos matamos en aquel accidente y que todo lo que ha venido después, incluido esto, es una pura apariencia, como la escalera de Jacob. Una apariencia, eso sí, que ha costado mucho trabajo´.

Ese trabajo comenzó fraguando en singles de punki rabioso y repletos de humor adolescente -Ayatolah, Me pica un huevo...-, hasta abarcar más de una docena de álbumes, en los que el grupo recorre todo el abanico del rock, manteniendo su componente dinámico, lúdico y crítico. Por eso a Hernández le molesta que la idea que mayoritariamente se pueda tener de Siniestro Total sea la del típico grupo punkarra: ´El punk no es solo la idea musical cutre que se nos adjudica no sabemos muy bien por qué. Somos tan punk nosotros como Álex de la Iglesia o el dibujante de cómics Álvarez Rabo. Ser punk es una manera de contar las historias y no sólo el No future!, la cresta y las cuchillas de afeitar colgando. Es no entrar en lo global, igualitario o aburrido´.

Este largo periodo en activo ha servido para ´observar la evolución de España desde la muerte de Franco hasta ahora; desde que este país dejó de ser troglodita hasta que entró en la modernidad. No nos arrepentimos de nada porque, como decían los viejos anarquistas espa&n… Más... »

Los vigueses Siniestro Total, liderados por el vocalista Julián Hernández (Madrid, 1961), han cubierto más de dos décadas de existencia ejercitando la agitación social al son de canciones populares y en clave de rock más o menos fuerte y socarrón. ´Somos un grupo con estilo, pero sin género´. De aquellos felices ochenta en los que Siniestro inició su cruzada contra el aburrimiento sonoro, Dro -la primera compañía que confió en ellos- reeditó en 2002 sus siete primeros elepés, llenos de canciones conocidas y hasta ahora inencontrables en formato digital.

Forjado en la leyenda de un Seat 1500 que se estrelló y quedó como el nombre que sus casi ilesos ocupantes iban a escoger para sus fechorías musicales, Julián Hernández se refiere al suceso con retranca gallega: ´Si hay significado para las cosas, tal vez sea que la noche del 20 de agosto de 1981 nos matamos en aquel accidente y que todo lo que ha venido después, incluido esto, es una pura apariencia, como la escalera de Jacob. Una apariencia, eso sí, que ha costado mucho trabajo´.

Ese trabajo comenzó fraguando en singles de punki rabioso y repletos de humor adolescente -Ayatolah, Me pica un huevo...-, hasta abarcar más de una docena de álbumes, en los que el grupo recorre todo el abanico del rock, manteniendo su componente dinámico, lúdico y crítico. Por eso a Hernández le molesta que la idea que mayoritariamente se pueda tener de Siniestro Total sea la del típico grupo punkarra: ´El punk no es solo la idea musical cutre que se nos adjudica no sabemos muy bien por qué. Somos tan punk nosotros como Álex de la Iglesia o el dibujante de cómics Álvarez Rabo. Ser punk es una manera de contar las historias y no sólo el No future!, la cresta y las cuchillas de afeitar colgando. Es no entrar en lo global, igualitario o aburrido´.

Este largo periodo en activo ha servido para ´observar la evolución de España desde la muerte de Franco hasta ahora; desde que este país dejó de ser troglodita hasta que entró en la modernidad. No nos arrepentimos de nada porque, como decían los viejos anarquistas españoles, un paso atrás no se da ni para tomar impulso´.